sábado, 10 de octubre de 2009

39º 15 de agosto de ´09

Temas:

-Medios y manipulación: una historia predecible.
-Bolivia da un duro golpe a los intereses de Santillana y grupo Prisa.
-Heidi Russell, representante de la Embajada de Venezuela.
-ABC contra Cubainformación:Latifundios mediáticos contra medios alternativos.
-Rabia visceral de la burguesia Latinoamericana.


Bolivia, duro golpe a los intereses de Santillana y Prisa, Cubavision




ABC contra Cubainformación, en cubavision




Medios y manipulación: una historia predecible
escrito por Yamila Blanco
http://www.resumenlatinoamericano.org/

La polémica desatada en los medios de comunicación privados, tanto nacionales como internacionales, tras la medida adoptada por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) de Venezuela, ente que dispuso la anulación de las concesiones de 34 estaciones de radio y televisión del país; y tras el debate en la Asamblea Nacional del proyecto de Ley Especial contra Delitos Mediáticos, hace necesario un análisis acerca de la verdadera responsabilidad social que se encuentra intrínseca en todo canal de información.


Resumen Latinoamericano/ABN.- La polémica desatada en los medios de comunicación privados, tanto nacionales como internacionales, tras la medida adoptada por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) de Venezuela, ente que dispuso la anulación de las concesiones de 34 estaciones de radio y televisión del país; y tras el debate en la Asamblea Nacional del proyecto de Ley Especial contra Delitos Mediáticos, hace necesario un análisis acerca de la verdadera responsabilidad social que se encuentra intrínseca en todo canal de información.
Desde la época de Welles
El poder que poseen los medios de comunicación para incidir en las conductas de la gente se ha comprobado casi sin querer. El 30 de octubre de 1938, el actor, director, guionista y productor estadounidense Orson Welles fue el encargado de dejar escrito en la historia de la humanidad una página que demostraría la humanidad la otra cara de lo que hasta el momento de creía sólo un canal de entretenimiento e información.
Ese día, Welles junto a la compañía del Teatro Mercurio, adaptaron el clásico La guerra de los mundos, novela de ciencia ficción, a un guión de radio. Los hechos literarios se relataron en forma de noticiario, narrando la caída de meteoritos y naves marcianas que derrotaban a las fuerzas norteamericanas por medio de armas especiales y gases venenosos.
Si bien, en la introducción del programa se explicaba que se trataba de una dramatización de la obra, quince minutos después de su comienzo, la población entera entró en alarma general llegando a pensar pensar Estados Unidos estaba realmente siendo invadido.
Los oyentes que sintonizaron la emisión y no escucharon la introducción pensaron que se trataba de una emisión real de noticias, lo cual provocó el pánico en las calles de Nueva York y Nueva Jersey, donde supuestamente se habrían originado los informes.
La comisaría de policía y las redacciones de noticias estaban bloqueadas por las llamadas de oyentes aterrorizados y desesperados que intentaban protegerse de los ficticios ataques con gas de los marcianos, e incluso hubo algunos suicidios.
La histeria colectiva demostró el poder de los medios de comunicación de masas, en escasos 59 minutos.
Dime quién tiene la concesión y te diré qué intereses tiene
Ese episodio que pasó a la historia de la comunicación, nos demuestra que es necesario tener un control sobre quiénes y de qué manera se manejan los medios.
El poder de los canales masivos traspasa el entretenimiento y la información para comenzar a ser conductor de culturas: maneras de ser, desear, pensar y hasta sentir de toda una sociedad son inducidas mediante mensajes casi imperceptibles o burdos que nos indican cómo debemos ser.
Por ese motivo, no es ilógico que los dueños de los medios en la mayoría de los países en nuestro continente latinoamericano se encarguen de trasmitir mediante sus pantallas contenidos que le sean favorables a sus intereses económicos y políticos.
En nuestras sociedades, los medios de comunicación se encargan de guiar a muchos para satisfacer las necesidades de pocos.
Nuestra realidad
Pero en Venezuela, desde el año 1999, algo está cambiando. Quienes manejan esos poderes mediáticos ya no son los que tiene el poder económico y político que ha sido devuelto por la revolución bolivariana a su dueño natural: el pueblo.
Sin embargo, los canales de información de radio y televisión en su mayoría siguen manejados por representantes de la burguesía nacional, calificada como una de las “más vende-patria” de todo el continente, por haber sido durante 40 años el lacayo preferido de Estado Unidos gracias a que entregaba, sin pedir nada a cambio más allá de una riqueza personal incalculable, todo “el oro negro”.
Un antecedente cercano evidenció qué es lo que buscan realmente los medios privados de comunicación: en 2002, los golpistas reconocieron que sus únicas armas utilizadas para perpetrar el golpe de Estado fueron las emisoras de radio y televisión.
Tras ese hecho, la población venezolana se dio cuenta que actualmente es necesario llevar un control sobre quiénes y de qué manera están manejando los medios de comunicación.
Inventamos o erramos
Y hacia ese reto va el Gobierno Bolivariano, con sus aciertos y errores. El control de las concesiones por parte de Conatel y el Proyecto de Ley especial contra delitos mediáticos intenta poner al resguardo de esas armas masivas de comunicación a una población que está inventando en cada paso su propio destino.
Terminar con el latifundio mediático y prevenir y sancionar acciones u omisiones desplegadas a través de los medios que puedan ser constitutivas de delito, es el objetivo. Los medios para alcanzarlos están siendo debatidos por la sociedad y sus representantes. Si se encuentra una manera de proteger a la población que quede plasmada en la historia, como aquel programa de Welles, entonces el esfuerzo valió la pena.
Mientras tanto, medios privados de comunicación condenen... la historia, nos absolverá.
La Rabia Visceral de las Burguesias Latinoamericanas
La reacción de la burguesia hondureña demuestra que lo que está en juego para ellos son sus privilegios culturales y no solo economicos.
cristian cepeda www.latinoamerica21.org 14-8-2009
Hace ya más de un mes, en un país cuya ubicación y nombre la mayoría del mundo desconocía, un general de ejército se levantó y depuso al jefe de estado, so pretexto de impedir un referéndum popular y garantizar la vigencia constitucional. Toda la historia parece parte de un guión repetido para latinoamerica, y que se tratase de Honduras, era solo un detalle. En un acto reflejo, todos miramos hacia Estados Unidos, esperando su reacción. Pero nadie, ni siquiera personajes oscuros como el colombiano Uribe o el derechista mexicano Calderón se atrevieron a salir en defensa de “gorilleti” y sus esbirros. A esas alturas, la soledad internacional de los golpistas y las gestiones diplomáticas de los gobiernos del ALBA, encabezados por Venezuela, hacían preveer la reposición del Zelaya en un período corto. Pero no sucedió así. Las semanas pasaban y la alianza de empresarios, iglesia y militares se mantuvo dura como una roca, impidiendo la entrada del expresidente por aire y tierra, rompiendo la mesa de negociaciones y desconcertando hasta a los analistas más prestigiosos. Ante el desconcierto, recurrimos a paradigmas explicativos que pasaban por la prestación de apoyos subterráneos de organismos de inteligencia norteamericanos y europeos (que sobrepasaban voluntades presidentes), a tramas de grupos económicos trasnacionales del turismo y de farmacéuticas, que veían en el alineamiento de Zelaya con el “eje del mal” un peligro para sus inversiones en el país centro americano. Se ha escrito muchos artículos sobre los intereses de las potencias exteriores y del rol geoestratégico de Honduras en el marco latinoamericano, especialmente sobre la necesidad estadounidense de garantizar su presencia militar en la zona después de la negativa ecuatoriana de renovar el contrato de la base de Manta; no obstante, poco se ha escrito sobre la importancia de las dinámicas de construcción histórica de las burguesías latinoamericanas como factor explicativo de dicho acontecimiento. Y es que parece que todo cambió, incluso el papel que estas pueden desarrollar en el futuro. Durante siglos, las sociedades latinoamericanas han asimilado una estructura social en que los privilegios de unos pocos significan la pesadilla cotidiana de las mayorías; es la imagen del indio sometido, del pobre, que agacha la cabeza admitiendo su inferioridad económica, fruto de su supuesta mediocridad cultural. Los abuelos de los “goriletti” en Honduras, los Brancovic en Bolivia, los Carmona en Venezuela, controlaban a sus campesinos y trabajadores con la fuerza de las armas y el látigo. Son estas las prácticas en las que las burguesías latinoamericanas hunden las raíces de su cultura política. Son parte de su ADN histórico. Pero ya en aquellos años, esos “padres fundadores” de las burguesías latinoamericanas sabían que no se domina a las mayorías solo con la fuerza bruta. El indio, el pobre, el explotado tiene que aceptar su inferioridad. Hoy, vemos como tras la defensa patriótica, los acostumbrados al poder revelan su firme convicción de mantener la estructura social histórica sobre la que se han venido construyendo. Por lo tanto, en este momento en que Latinoamérica parece cuestionar la estructura de privilegios, no debe extrañar que aparezca el miedo visceral a perder su posición en la pirámide. Y llegados aquí, el caso de Honduras nos demuestra que la burguesía, rompiendo su lucha por intereses particulares, es capaz de unirse y actuar como un sólo puño. La urgencia para borrar un proyecto que acabe con la división clasista y racista en Latinoamérica es tal, que incluso están dispuestos a perder dinero y a enfrentarse a la condena internacional. Y es que el dinero es solo una parte de los beneficios y de los privilegios de los cuales gozan. Esto explica porque no quieren, ni van a soltar el hueso. Seguramente, pretenden con su actitud modificar la actual correlación de fuerzas, obligando incluso a que la dubitativa política exterior norteamericana a asumir posiciones más decididas en defensa de la actual estructura de desigualdad social. Y es que en esta última década, la política estadounidense ha sembrado ciertas dudas sobre la capacidad de actuar en defensa de los privilegios de las burguesías latinoamericanas. Ante ello, las burguesías locales son conscientes que tienen que asumir un mayor rol en los próximos años. Y saben que esta defensa va a tener costos. Sus abuelos y los abuelos de los abuelos, consolidaron sus privilegios a punta de bala y de vejaciones reiteradas. Y para ello generaron capacidades militares propias, autónomas de los gobiernos centrales. Parecemos no estar muy lejos de que, desde algunos puntos de nuestra América, se vuelva a plantear la necesidad de extender la guerra civil, como instrumento político de desestabilización y de recuperación del poder. Lo que está en juego para las burguesías locales, es mucho más que las ganancias de un par de años de la empresa, es la hegemonía social y su futuro como clase. Cristian Cepeda

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